¿Qué coño es eso del Brexit?

El jueves 23 de junio de 2016, un estado compuesto de cuatro naciones, llamado el Reino Unido, celebró un referéndum para saber si sus ciudadanos querían seguir en otro estado más grande que ellos. Europa. Se trataba de caminar hacia un futuro mejor. Un lugar donde el imperio regresara al imperio que fue. Un mundo con retratos de la reina, balcones inundados con Union Jack , y precios en libras hasta el fin de los tiempos. Durante la campaña previa al referéndum se apeló mucho al cerebro, al corazón y a los testículos. Este porvenir extraordinario lo votaron el 51.9% de los británicos. El 48,1%, intuyó que aquello de Europa tenía más sentido.

Lidl advirtió  esta semana a los proveedores británicos que enfrentarán un aumento en los costos como resultado de un Brexit sin acuerdo. Habrá una frontera en el mar. La que separa Europa de ellos. Los británicos. Pero también habrá una frontera en la isla. La que separa Irlanda de “los que abandona Europa”. Lild escribe esta semana a los proveedores británicos que sirven a sus tiendas en Irlanda: deberán ser ellos los que asuman la factura potencial de los aranceles de importación de la UE en caso de un Brexit sin acuerdo. Las marcas británicas tragan saliva. Miran hacia el recién nombrado primer ministro Boris Johnson. Este confiesa: “el gobierno no podrá controlar los aranceles a las exportaciones en caso de no llegar a un acuerdo”. Las exportaciones a la UE enfrentarían un arancel promedio de 45 por ciento en productos lácteos, 18 por ciento en carne y 12 por ciento en frutas y verduras.

El Gobierno Británico  termina de perfilar la Operación ‘Yellowhammer’, el plan de contigencia del gobierno británico ante un Brexit sin acuerdo. Prevé contrabando, violencia, falta de carburantes, medicinas, y  algunos alimentos.  Prevén puertos colapsados durante meses,  retrasos maratonianos en los vuelos a la Unión Europea, una caída drástica del turismo y  una frontera dura en Irlanda. Aun así,  el 54% de los  británicos apoyarían al primer ministro Boris Johnson utilizando cualquier medio necesario para sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea según  una encuesta de opinión realizada para el Daily Telegraph. La testosterona y la  bandera, nos hacen creer en Boris.  Un tipo que  hoy es el primer ministro, y el mesías del brexinismo patriota y nacionalista. Un tipo que de jovencito fue despedido de  The Times por inventar una cita en un artículo sobre arqueólogos que descubrieron el palacio de Eduardo II. La La historia apareció en la portada. Un tipo que ha declarado que consumió cocaína. Un tipo que en 2018 recibió 1,000 £ por ganar un concuros para escribir el mejor poema ofensivo sobre Recep Tayyip Erdoğan, el presidente de Turquía. Al cual que calificó como “formidable gilipollas” y “pajero follacabras”. En el poema, Johnson dio a entender que al presidente Erdogan le gustaba tener sexo con cabras. Un tipo que comparó al a UE con la Alemania de Hitler, diciendo que la Unión planeaba implementar un superestado, al igual que Hitler. Boris es el nuevo primer ministro de Gran Bretaña, la misma que estuvo parcialmente conquistada por los romanos durante 4 siglos, 4 siglos  durante los cuales miles y miles de legionarios romanos defendieron la frontera más remota del Imperio, hasta que, tras las grandes invasiones bárbaras, Britania quedó abandonada a su suerte y sucumbió en una era de obscurantismo y retroceso.  Boris ha olvidado que Londres fue Londinium, y fue fundada por los romanos. Olvida que Britannia se convirtió en una de las provincias más leales del Imperio hasta su decadencia, y gran parte de sus habitantes obtuvieron la ciudadanía romana.

Ese 23 de junio de 2016, ganó la patria, lo nuestro, lo nacional. Tras publicarse los resultados, los pubs se llenaron de tipos que brindaban con sus pintas espumosamente colmadas de Guinnes. Las calles se atestaron de banderas y de patriotismo. Y al otro lado del Canal de la Mancha una pandemia de desasosiego inundó los teletipos. Dios salve a la Reina y Good bye Europa. En medio del llanto europeo, Fráncfort y el resto de las grandes urbes alemanas se relamían, mientras esa misma noche preparaban sus power point para postularse a las grandes empresa como sustitutos de la City. Vénganse, aquí tenemos una seguridad jurídica clara.

David Cameron madruga y a las 8 de la mañana camina hacia un atril ubicado en la puerta de la casa del masdamás británico en Downing Street. Le acompaña su esposa Samantha. Dice “Ya no soy el capitán que necesita este país” y añade “ Me aseguraré de que la economía británica está fuerte”. Cameron ya es historia.

La nueva primera ministra británica es una política de perfil bajo llamada Theresa May que apenas había dado la cara durante el referéndum. El lobby político había decidido inmolarse. Aquél era un marrón demasiado grande. Teresa, enhorabuena,

Los días siguientes al resultado, se detuvo un poco el mundo. Las encuestas fallaron. Como siempre.  Los tipos que sabían de esto, sucede que se equivocaron y ocurrió un resultado que no esperaban. La realidad es que casi nadie creía que aquellos tipos de los extrarradios de Londres y de las apakistanadas ciudades de Gales  iban a derrotar a los votantes cosmopolitas de Londres y Manchester. Y las cosas se cumplieron: 7 de cada 10 votantes de Londres votaron quedarse en lo global, pero en  Cardiff, el 60% de los votantes (muchos de ellos de raíces portuguesas, polacas o eslovenas) votaron por lo local. El futuro con Europa ganó en casi todas las grandes ciudades del Reino Unido, menos por ejemplo en la obrera Birmingham. Gran parte de los obreros con pasaporte británico han votado por poner muros a los obreros venidos del sur. En las zonas rurales arrasó la opción de un futuro glorioso y endogámico. Los campos del Reino Unido se llenan de tractores llenos de banderas británicas. Los granjeros aman todo lo que huele a británico y odian a esa madrastra llamada Europa. Los ganaderos también. El 96% de la de todas las exportaciones de carne de oveja del Reino Unido van a la UE, pero no importa, el Reino Unido es un edén donde no caben todos. Políticos salidos de dibujos animados como Nigel Farage y Boris Johnson se convirtieron, del día a la mañana, en héroes Kiplingnianos.

En los días siguientes hubo un éxodo popular al buscador de Google. Centenas de miles de británicos, buscaron en Google, qué era realmente eso del Brexit , y qué consecuencias tenía.

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Pero no solo eso, muchos se preguntaron “¿Cómo obtener un pasaporte irlandés?”, ” o “¿cómo mudarme a Gibraltar?” o “¿por qué ha abandonado Reino Unido la UE?” . brexit what the fuck is?  ¿ Què coños es eso del Brexit?.. Hubo millones de búsquedas.

Farage y Johnson abrían botellas de champán europeo en sus celebraciones, y en las siguientes semanas más de tres millones de personas firmaron una petición en la web del Parlamento Británico para que se repitiera el referéndum. Alegaban que no se le había explicado bien a la población las consecuencias reales de un futuro glorioso. Hay muchos políticos pro-brexit que reconocen que aquello quizá se les ha ido de la mano, que han ido muy rápido.

Las empresas ubicadas en la City amagaron con cambiar urgentemente su sede social si tocaban una sola coma de sus condiciones actuales. De un día para otro, sucedía que ya no eran Europa, y ni siquiera les habían explicado el estatus jurídico y legal en el cual quedaba del Reino Unido y cómo afectaría a sus negocios. Una chapuza.

JPMorgan saca, unos meses después, un informe donde aconseja a las empresas ubicadas en el Reino Unido que se vayan a algunas ciudades como Fráncfort, Luxemburgo, París, Dublín y Madrid. Se estimaba que en unos 30.000 profesionales de alta cualificación abandonarán la capital del futuro glorioso para ir a la hermética y caduca Europa. Corren en esos días rumores alarmantes que, entre otros sectores, la mayoría de los grandes bancos desplazarán sus sedes a Europa.

Hoy, las empresas se preguntan si va a haber aranceles o controles de aduanas, se preguntan sobre la clase de impuestos y regulaciones que van a tener, se preguntan cuánto es realmente la deuda que tienen con Europa y cómo la van a pagar, se preguntan cómo van a subvencionar ahora a los granjeros; se preguntan qué va a ser de sus jubilados que viven en las playas de Alicante o en las islas griegas, se preguntan qué hacen ahora con los camareros portugueses y eslovacos que les sirven pintas. Pero no todo son dudas, en los periódicos salen noticias de empresas que organizarán tour fotográficos a la frontera con Irlanda. Desde ahí se contempla perfectamente a Europa.

Hoy están preocupados en Dover, el puerto donde atracan gran parte de los envíos desde Europa continental. Gran parte de la población del Condado de Kent vive de la actividad del puerto de Dover. En las elecciones del 2016 el condado de  Kent votó abrumadoramente a favor de la salida de Europa. En Kent odiaban a todos esos europeos que atiborraban sus puertos. Hoy en Kent están preocupados. Quizá cometieron un error: un informe detalla los planes de contingencia en caso de no acuerdo en Kent, hasta 10.000 camiones podrían quedar atascados de manera habitual. El bloqueo del tráfico resultantes podría paralizar todo, de exámenes escolares a la recogida de basuras.

Hoy, los periódicos entrevistan a los directivos de las grandes compañías del retail británico y muchos de estos confiesan que están muy preocupados por cómo les va a afectar realmente esto del Brexit: Europa es su gran cliente. Hablan de cadenas de abastecimiento y suministro, de aranceles, de impuestos. Hablan de sus consumidores europeos, y de si van a poder seguir siendo competitivos en precios si se incrementan los costes con el Brexit. Hablan del más que seguro incremento de los costes de los bienes importados desde el viejo continente. Muchos dicen que quizá la solución sea las ventas digitales, más allá de sus fronteras, con almacenes en su ex-madrastra Europa. Pocos hablan de invertir en tiendas físicas en su amado Reino Unido. Los directivos del Retail británico se quejan de que no saben cómo van a retener el talento tras la implantación real del Brexit. Y no solo el talento, se preguntan si ahora los ninis de los extrarradios de Liverpool o de Bristol van a querer los puestos poco cualificados en su cadena de suministro, centros de distribuciones o almacenes. Temen una inflación de los salarios. Los directivos del Retail británico se preguntan un año después de la gloriosa noche, si tienen que renegociar sus contratos con sus proveedores europeos. Según un estudio reciente de Barclays, solo el 15% de los directivos británicos creen que el Brexit al final reducirá sus costes estructurales, el 85% restantes son unos cenizos pesimistas.

Los directivos del Retail británico, hoy se preguntan cómo serán las reglas y regulaciones para los distribuidores. Alguno de ellos dice en los periódicos que votaron que sí al Goodbye Europa y ahora reconocen que fue un error, que todo ha sido demasiado rápido y poco meditado. Los políticos no les explicaron las consecuencias reales de su voto. Están inquietos. En un estudio de Hitachi Capital Invoice Finance nos dice que el 27% de las empresas del Reino Unido están en “modo de supervivencia” y no van a invertir durante los próximos 12 meses. Y el 57% de dijo que no había buscado financiación externa en el último año y el 59% predijo que Brexit afectaría su capacidad de obtener acceso a financiación  en el futuro. Los directivos del Retail británico confiesan, un año después de la noche que inundó de banderas Union Jack las calles y los tractores del telúrico Reino Unido, que son reacios a considerar la expansión en nuevos mercados, o la diversificación de líneas de productos, prefiriendo retrasar el proceso de toma de decisiones.

Hoy, Nigel Farage hace campaña a favor de la ultraderecha alemana,  grita desde la Cámara Europea, dice que el triunfo del Brexit se ha alcanzado sin disparar una sola bala, y compra en los mercadillos productos británicos. Y Boris es el nuevo Primer Ministro. No hay negociación : será un Brexit duro.

The Times señala que el 30% de todos los alimentos que se consumen en el Reino Unido se importan de la UE, pero para algunos alimentos, como las espinacas y las aceitunas, la UE es prácticamente el único proveedor del Reino Unido…..En el caso de un Brexit sin acuerdo, el Reino Unido estaría obligado bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio a imponer aranceles promedio de importación de alimentos del 22% y realizar inspecciones de productos, lo que provocaría demoras y acortaría la vida útil de los productos.

El Brexit traerá  controles fronterizos adicionales y requisitos de documentación para alimentos importados de la UE a REINO UNIDO. Resultado: aumentará el tiempo que le toma a los alimentos llegar a los estantes de las tiendas y resultará en costos adicionales .

Boris y Nigel brindan. Muchos y muchas también. Perdemos todos y todas.  Llegan un Reino Unido y una Union Europea peor. Fin de la cita.

¿Qué coño es eso del Brexit?

Autor: Laureano Turienzo. Consultor & Asesor empresas retail